sábado, 29 de octubre de 2016

Crítica literaria: Sherlock Holmes



TÍTULO. TODO SHERLOCK HOLMES
AUTOR. CONAN DOYLE
INTRODUCCIÓN, NOTAS, APÉNDICES E ÍNDICES. JESÚS URCELOY
EDITORIAL. CÁTEDRA
COLECCIÓN. BIBLIOTECA AVREA
NÚMERO DE PÁGINAS. 1661
ISBN. 978-84-376-2034-3


Hay muchas citas célebres a lo largo de la historia sobre la importancia de la información, y la clave de su control para hacerse con el poder. Hoy día la televisión se levanta como un gigante. Nada de lo que ocurre fuera de ella tiene relevancia, lo que suele convertirse en drama al constatar que muchas de las historias que aparecen en  la <<caja tonta>> no tienen ningún valor, mientras que obras de arte son relegadas al ostracismo por un criterio basado en unas audiencias de dudoso gusto.

Un profesor de inglés que tuve en mi adolescencia, bastante nefasto, por cierto, recalcaba cada dos por tres que éramos <<niños televisivos>>, normalmente referido a nuestra manía a mirar siempre como animales carnívoros hacia el lugar donde surgiera el más mínimo sonido, más por vocación de cotillas que por instinto de supervivencia.
Tengo que reconocer que tales definiciones solían tocarme las narices, pero no por ello una afirmación deja de ser verdad.  Es lo que me pasó con la figura de Sherlock Holmes, personaje al que conocí de la mano de una serie televisiva de dibujos protagonizada por perros, y que aún hoy trae a mi memoria la melodía del principio, que tarareo frente al ordenador mientras escribo estas líneas.

Luego vinieron las películas, y las referencias al personaje en otras muchas historias de detectives, adolescentes como Flanagan algunas, más adultas como Miss Marple o Poirot otras, gracias a las cuales aprendí que el detective moderno tenía un padre claro, y que el 221b de Baker Street acogía al genio entre los genios.

Nunca leí un libro suyo, a excepción de Estudio en Escarlata, su primera aparición. No la degusté mucho, pues en mi mente quedó el regusto de la historia secundaria, mormones perdidos en las grandes llanuras, y el caso detectivesco principal, con el método analítico que creó escuela, pasó desapercibido a mis tiernos ojos.

Pero la vida da muchas vueltas, y en ocasiones brinda la oportunidad de rellenar ciertas lagunas. Por medio de un regalo, he podido acceder a un compendio de todos los relatos de Sherlock Holmes, recogidos en la editorial Cátedra con introducción, notas, apéndices e índices e Jesús Urceloy, bajo el título Todo Sherlock Holmes.


Para los amantes del personaje es ciertamente recomendable, pues ordena los relatos siguiendo la línea cronológica de la vida de Holmes y su inseparable amigo Watson, desde el mencionado Estudio en Escarlata hasta El último saludo. Incluso incluye, al final del libro, una lista de todos los casos narrados y no narrados por Holmes, pues en ocasiones Doyle, sin duda un excelso autor adelantado a su tiempo, hizo que sus personajes mencionaran peripecias vividas entre algunos de los casos, pero de los que no existen novelas o relatos que los desarrollen.

Centrándonos en el estupendo volumen, tengo que reconocer que la introducción no me gustó. Esperaba muchos más datos, pero me quedé con la sensación de que el autor de la misma se centraba más en su propia opinión sobre los datos aportados que sobre las propias características vertidas, y un libro de esa magnitud y ambición debe buscar la excelencia, lo que se consigue con una investigación exhaustiva, biografía de autor y personaje al más puro estilo inglés, si se me permite la expresión, serio en el planteamiento, enciclopédico en la elaboración, y sistemático en su reflejo escrito.

Sin embargo, los relatos cumplen su papel. Son más de mil quinientas páginas de Sherlock Holmes, y de casos de la más diversa índole. En sus páginas, la verdad queda desnuda, separada de la piel de la mentira de las visiones cinematográficas como un pescado cocinado al vapor. Ni la figura con el sombrero y la pipa, ni el <<Elemental, Querido Watson>>, y ni siquiera la sempiterna lucha con su archienemigo Moriarty, quien apenas aparece en uno de los relatos, aunque se le menciona en alguno más, tienen su cabida en las letras escritas, demostrando sin ningún género de dudas que los directores y actores de la gran pantalla se tomaron licencias en la adaptación de las novelas al séptimo arte. Sí aparece Watson, su sentido analítico para llegar al fondo del asunto, y la señora Hugues, o incluso los Innombrables de Baker Street. Esto permite emitir un suspiro de alivio, pues no ha sido mentira todo el personaje, sino que se trata más bien de una cebolla de la que hay que ir retirando capas para saber cuáles pertenecen al original y cuáles son impostadas. El libro se completa, asimismo, con unas notas al final con comentarios del autor sobre cada uno de los relatos, con desigual fortuna, pero siempre valorando el esfuerzo realizado.

En conclusión, una buena lectura, que presenta casos de muy diversa índole, y ayuda a hacernos una idea más realista de la figura del detective, algo distorsionada por los focos y el maquillaje de Hollywood,  como si sólo hubiéramos visto su reflejo en los espejos del callejón del Gato. Como apunte final para los románticos, constatar que efectivamente Irene Adler fue su gran amor, pero como suele suceder en las grandes obras de la Literatura, la honda huella que dejó en el protagonista de Doyle no se arrastra en la tinta de sus páginas, sino que se insinúa en apenas un par de casos, concentrándose desde entonces en el corazón del héroe con la reserva que tuvo siempre incluso con su querido Watson, aunque no podemos tenérselo en cuenta, pues siempre hemos sabido del inexcusable carácter discreto de los ingleses.

TIPO DE LECTURA: detectivesca, finales del siglo XIX e inicios del XX


CALIFICACIÓN:

No hay comentarios:

Publicar un comentario